El SUV de la firma alemana tiene una vis de autoayuda desconcertante.

Podría ser un novio pelma, pero es en realidad un Mercedes, el GLA, un SUV de tamaño medio que además de traerte y llevarte donde quieras se ha arrogado el papel de amigo, entrenador personal, confidente… Lo hace porque el sistema infoentretenimiento incorpora una opción que se llama Energizing Comfort que parece que te conoce de toda la vida. Tras interesarte por tus pensamientos, te pregunta por tu estado de ánimo y sobre la percepción de tu propio cuerpo. Asegura que las nueve propuestas de vida y relajación que te va a proporcionar te ayudarán en tu devenir diario. O sea, una vis mindfulness que no sé si encaja mucho con la conducción. Cierto que la misma voz en off que te va guiando al nirvana te advierte que la responsabilidad de lo que hagas a bordo es solo tuya, pero ¿cómo resistirse a la sugerencia de percibir el aire en toda su intensidad?
El contrapunto a esta faceta yogui del GLA está en el entrenador personal y virtual que la misma opción Energizing Comfort incorpora. Es particularmente interesante si llevas mucho rato conduciendo porque, como si de un buen coach se tratara, te va diciendo cómo activar el hombro, las piernas o el cuello sin retirar ni la vista de la carretera ni las manos del volante. La activación muscular que te propone su entrenador virtual se completa con la posibilidad de programar el asiento para que mueva periódicamente la banqueta, el respaldo o las sujeciones laterales a intervalos de tiempo regulares. Lograrás así que no se entumezca el cuerpo porque todas sabemos que las recomendaciones de hacer una pausa en la conducción cada dos horas a veces se cumple y otras… otras, bueno.
Ojo, la mayoría de estas tecnologías no son de serie, como casi nada en un Mercedes. Sí lo son algunos aspectos interesantes como la posibilidad de desplazar 14 cm la banqueta de los asientos traseros, por cierto abatibles en una proporción de 40/20/20 y el sistema de reconocimiento de voz MBux que, como la mayoría de estos sistemas, responde solo a limitadas preguntas. También se agradece que, por fin, Mercedes se haya dado cuenta de que una se ponía perdida al subir y bajar del coche y ha rediseñado y prolongado las puertas más allá de los umbrales para evitar el riesgo de mancharse la falda o el pantalón.
Fácil, en cualquier caso, no lo va a tener el GLA para abrirse un hueco en el mercado. Enfrente tiene al Volvo XC40, ganador del Women’s World Car of the Year en 2018, al Range Rover Evoque y al Audi Q3. Para desafiarles monta motores ya conocidos en la casa –163 CV en la unidad que probamos– y suspensiones fiables como prácticamente lo es todo en Mercedes. No es porque sean alemanes o que fabriquen mejor, sino por los 10.000 millones de euros que invierten al año en I+D. Solo el grupo VW les supera dentro del sector de la automoción, pero con la diferencia de que en ese caso hablamos de cinco marcas (Audi, Volkswagen, Skoda, Seat y Cupra) y en el de Daimler dos (Mercedes y Smart).
Donde no se ve la calidad habitual de la marca es en algunos plásticos, como el de la tapa de la guantera o los compartimentos de las puertas. Junto a estos espacios portaobjetos, muchos otros se reparten por el interior del coche para favorecer su funcionalidad y habitabilidad. Ahora, además, es más alto que la versión anterior, casi 10 cm, en parte porque lleva dos barras longitudinales en el techo, esta vez sí de serie, aunque dentro también se nota más espacio de la cabeza al techo. ¿Sirve para algo? En realidad no, pero transmite mayor sensación de espacio y eso, al fin y al cabo, es lo que quieren los compradores… aunque sea a costa de penalizar la aerodinámica y, lógicamente, el consumo.
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